Cada vez estoy más convencido de que Eugenio Prieto, el candidato del uribista Federico Gutiérrez a la Gobernación, está empeñado en convertir el liberalismo antioqueño en una mera facción del Centro Democrático. Así lo he notado con dos movidas.
Primero, en la innecesaria solicitud que le hizo al autoritario César Gaviria para entregarle el co-aval liberal a Gutiérrez (a lo que este último respondió con un desplante); y segundo, en la entrega de los avales para las Alcaldías, Concejos y Juntas Administradoras Locales en un proceso en el cual se rompieron acuerdos importantes con las bases liberales para favorecer, sin lugar a dudas, al uribismo, en cabeza del representante Julián Peinado.
Además, Prieto viene liderando el autodenominado bloque “anti-Petro” con una narrativa agresiva en contra de las reformas sociales del Gobierno Nacional, en la misma línea que lo viene haciendo Federico Gutiérrez en su cuenta en Twitter. Y hacía allá buscan llevar a la totalidad del liberalismo antioqueño, desestimando su historia de luchas y gestas sociales, y reduciéndolo, para saciar sus mezquinos intereses personales, a una facción de la derecha uribista.
Como liberal socialdemócrata me rehusó a pensar que el partido que detenta el legado de Alfonso López Pumarejo, de Gaitán y de Galán; con una historia de 170 años, el artífice de algunas de las mayores transformaciones sociales en la historia reciente del país se vea secuestrado por la mezquindad de dirigentes que no dudan en ponerlo al nivel del partido Conservador, el Centro Democrático o del nuevo partido Creemos. ¡Qué despropósito!
Por eso, invito tanto a Prieto como al representante Julián Peinado -tan interesados en avanzar en el vaciamiento ideológico del liberalismo- para que hagamos un Congreso ideológico y programático, un evento en el cual convoquemos a las bases liberales de todos los rincones del país, para que, con ánimo constructivo y mirando hacia el futuro, debatamos qué implica ser liberal, qué representa el partido para Antioquia y para Colombia.
No me cabe en la cabeza que el partido Liberal, en el cual he militado con disciplina, rebeldía y convicción a lo largo de mi trayectoria política, se degrade a una mera facción del uribismo, pues estoy seguro de que eso no es lo que quieren millones de militantes y simpatizantes, los mismos que en las elecciones presidenciales del año pasado se expresaron a favor del Cambio y de las transformaciones sociales, no del lado de Federico Gutiérrez, Álvaro Uribe o César Gaviria.
¡Porque las banderas del liberalismo solo se entregan al pueblo, porque el pueblo es superior a sus dirigentes!